Audi cerrará su planta de Forest en Bruselas, donde se fabrica el modelo Q8 e-tron, cerrará sus puertas el próximo 28 de febrero. A pesar de haber conversado con más de 26 posibles inversores, la marca alemana no ha logrado encontrar una solución sostenible para mantener operativa la planta, afirmó Peter D’hoore, portavoz de Audi Bruselas.
Este cierre dejará sin empleo a unos 3.000 trabajadores, quienes volverán después de Navidad para completar los últimos dos meses de producción. La planta, que lleva meses en incertidumbre, es la primera en ser clausurada por el Grupo Volkswagen en Europa. Así se marca un hito en la estrategia de reestructuración de la compañía.
La decisión fue tomada tras una reunión del comité de empresa y los sindicatos, en la que Audi explicó que la demanda de su modelo Q8 e-tron, el único fabricado en esta planta, ha disminuido considerablemente y no planea asignar ningún otro modelo al sitio de Bruselas.
Una alternativa para salvar la planta
A lo largo del proceso, Audi ha evaluado exhaustivamente «más de 20 modelos de negocio alternativos» según informó D’hoore a The Brussel Times. Estos incluyen proyectos en electromovilidad, tecnología de baterías y sostenibilidad del ciclo de vida, entre otros. No obstante, ninguno de los 26 inversores contactados presentó un plan que garantizara la viabilidad económica de la planta a largo plazo.
Recientemente, un nuevo inversor, procedente del sector de vehículos comerciales, ha mostrado interés en la fábrica. Aunque los detalles de estas negociaciones no han sido revelados, las conversaciones continúan activamente. La última fase de información y consulta entre la dirección y los empleados tendrá lugar el próximo 12 de noviembre, cuando se espera que la empresa brinde detalles sobre las decisiones finales y posibles alternativas para los trabajadores.
Hay que decir que la situación de Audi en Bruselas refleja la complejidad de mantener viables las plantas de producción de automóviles en Europa, donde la transición hacia eléctricos está cambiando rápidamente las reglas del mercado. La pérdida de estos 3.000 empleos sería un golpe duro para la economía local y subraya los retos a los que se enfrentan los fabricantes en este periodo de adaptación tecnológica y sostenible.
