La Fórmula 1 es un cortijo privado de Red Bull. No es una sensación subjetiva, es algo totalmente verídico y palpable atendiendo simplemente a lo que manda en este y en todos los deportes, los resultados. El dominio de esta escudería es apabullante, aplasta a sus rivales con una sensación de superioridad fuera de lo normal y parece imposible que haya nadie que pueda toserles.
Red Bull batió este pasado fin de semana en el Gran Premio de Bélgica un nuevo récord en el circo de la Fórmula 1. Enlazó su decimotercera victoria consecutiva (12 de este año y una más del pasado Mundial) y con este registro amplía su leyenda, la que le deja como la escudería con más triunfos seguidos jamás obtenidos. Lo de este 2023 está siendo un auténtico monólogo y no parece que las cosas vayan a cambiar próximamente.
La firma austriaca comenzó mandando en Bahréin y sigue haciéndolo varios meses después como lo logró en Bélgica. Hay dos culpables de este dominio, Max Verstappen y Checo Pérez, pero lo que está haciendo el neerlandés ya se escapa a cualquier lógica. El vigente campeón del mundo es un deportista de leyenda que gana por aplastamiento y casi por pura inercia.
El campeonato está bloqueado y absolutamente muerto, al menos en la pelea por el título, por culpa de la superioridad de los Red Bull. Ha vuelto a la Fórmula 1 el debate sobre la diferencias entre los equipos y la falta de espectáculo, porque todo está visto para sentencia cuando todavía queda la mitad del campeonato por delante.
De hecho, si los Red Bull no estuvieran en la Fórmula 1, o al menos no mostraran tanta superioridad, las cuentas dicen que la historia sería muy diferente. La pelea por el campeonato estaría tremendamente igualada y además el automovilismo español estaría de enhorabuena porque Fernando Alonso sería el líder de la clasificación general en busca de un nuevo Mundial.
Las cuentas
Max Verstappen se ha hecho con la victoria en 10 de las 12 carreras que se han disputado hasta la fecha. Acumula la friolera de ocho triunfos consecutivos y tan sólo se le ha escapado el primer puesto en los Grandes Premios de Arabia Saudí y Azerbaiyán. En ambos casos, la victoria se quedó en casa porque fue Checo Pérez el que recogió el testigo, dejando claro que si no está un Red Bull, está el otro.
Mientras tanto, el resto se pelea por las migajas o por el tercer escalón del podio. Verstappen manda en la clasificación general con rotundidad gracias a sus 314 puntos, mientras que su compañero de equipo tiene 189. Ambos están lejos del resto, donde aparece como principal figura de la oposición Fernando Alonso.
El campeonato actual dice que el asturiano es tercero con 149 puntos, eso sí, tiene tan sólo uno más que los que registra Lewis Hamilton, su gran rival por la tercera posición. Leclerc (99), Russell (99) y Sainz (92) aparecen un poco más lejos.
Inevitablemente, el aficionado y hasta los propios pilotos se preguntan ante esta superioridad de los Red Bull qué podría estar pasando en este Mundial si ni Verstappen ni Pérez estuvieran en carrera. O al menos si no tuvieran unos coches tan superiores a los del resto.