Corría el año 47, sólo dos años más tarde del término de la Segunda Guerra Mundial, cuando el bisabuelo Alphonse Pierrard decidió invertir en un caballo y en una carreta para recoger y retirar los escombros que quedaban en las calles después de los intensos bombardeos que sufrieron varias ciudades europeas.
Apenas tres años más tarde, Alphonse se asoció con una empresa del pueblo vecino que plantaba y recolectaba patatas, y así fue como se dedicó al transporte de estos alimentos.
En 1952, los abuelos de Grégory y Magali, la generación actual al frente de la empresa, se decidieron por comprar el primer camión para el transporte de bidones de leche fresca.
A medida que transcurrió el tiempo, la empresa fue consolidándose en el mundo del transporte en Bélgica y pasaron a distribuir todo tipo de productos, desde patatas hasta pienso para el ganado, pasando por abono, carbón o graneles como forraje para alimentar a los animales de granja, paja y heno.
Por aquel entonces se constituyó la empresa, que pasó a denominarse Pierrard-Calay.
Posteriormente llegamos a los años 70. Edgar, el padre de Grégory, se incorporó a la sociedad y fue entonces cuando se amplió aún más la actividad y se estableció la empresa de transporte tal y como la conocemos hoy.
Edgar y Bernadette inscriben a Grégory en una escuela con el fin de que reciba una formación ajena al mundo del transporte y se forje un futuro lejos de los camiones, puesto que lo consideran una profesión dura y sacrificada.
Pero como suele suceder en estos casos, la pasión que suscitan los gigantes de la carretera en Greg hace que en 2006 se incorpore a la empresa y ésta pase de realizar transporte nacional a internacional.
No sólo eso, sino que decide personalizar los vehículos que forman parte de la flota de Pierrard et Fils (Pierrard e Hijo). “Decorar y personalizar tu camión es una oportunidad única, lo transformas para que forme parte de ti”, afirma Grégory.
Recientemente incorporado a la flota Pierrard, nos cruzamos con este imponente DAF 105 XF Super Space Cab en configuración 6×2 con cisterna, decorado íntegramente.
Incluso en el interior de la cabina podemos apreciar alguna pintura en las puertas de las guanteras superiores y los retrovisores también cuentan con sus pequeñas aerografías, sin pasar por alto las innumerables escenas representadas a lo largo de todo el tanque.
Esta unidad la conduce el chófer más veterano de la entidad, Jean-Marie, que lleva treinta años con la familia. “Pocos son los que se resisten a girar la cabeza al verme pasar con este camión”, cuenta Jean-Marie.
Entre los dibujos reproducidos en la cisterna se puede apreciar todo un poblado de cabañas indias, un par de cazadores tras la pista de algún bisonte y la aparición de un antepasado a lomos de uno de estos míticos animales que los ingleses exterminaron por sus extraordinarias pieles al colonizar América.
Al otro lado, una reunión tribal alrededor de un fuego para invocar la ayuda y protección de antepasados se mezcla con un bosque y una generosa cascada que finaliza con la aparición de una majestuosa águila. La parte posterior de la cisterna está reservada a un magnífico ejemplar de lobo blanco que protege la trasera.
Como anteriormente mencionábamos, en el interior de la cabina, además de haberse tapizado en colores blancos y rojos, las puertas de los tres portaobjetos principales cuentan con pinturas acordes con la decoración exterior.
En la guantera central y mayor se ha dibujado el rostro de una joven india con la cara de un lobo difuminado a su lado. En las otras dos guanteras, los protagonistas son también los lobos, jugando o de mirada atenta. Además, como puntilla al trabajo, los deflectores de aire lucen dos pinturas exclusivas: un bebé de la tribu y, al otro lado, un bisonte.
Además del elevado nivel de acabado en la aerografía, rematan su imponente aspecto los seis faros de largo alcance en el frontal de la cabina, la insignia luminosa, la barra de techo cromada y el parachoques con leds incrustados, entre otros elementos que convierten este DAF en un camión único y exclusivo.