Ferrari, el gran seductor

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Lewis Hamilton aterrizará con 40 años en Maranello. No será el campeón más viejo, pero sí el más laureado, con siete títulos del mundo a sus espaldas, intentando lograr el octavo, que sería el más grande de todos. Un doble golpe a Mercedes, devolviendo el recibido hace años con el fichaje de Schumacher por las ‘flechas de plata’ a ver si lograba allí el octavo.

«Ahora tengo la oportunidad de cumplir otro sueño de la infancia: pilotar de rojo en Ferrari» Lewis Hamilton

Ahora Ferrari se queda con otro grande, otro gigante que no ha podido decir «no» al encanto de Maranello y al sueldo que nunca es escaso (se habla de cifras astronómicas, libertad para expandir su marca y actividades, etc), la fama y la historia, el único equipo que ha estado siempre en la F1, donde los títulos valen doble, dicen algunos, el único con fans en todo el mundo, «la Scudería» con mayúsculas que no necesita tener un coche puntero para seguir siendo destino ‘premium’. Es de los pocos destinos a los que un campeón llega con gesto humilde, a arrimar el hombro y con millones de fans detrás para que gane …el Cavallino. ¿Encaja Lewis en ese perfil?.

No todos los campeones que llegaron lo lograron, como Alonso o Vettel, y muchos son los que salieron despedidos como Fangio, Surtees o Prost del gran imán italiano, pero todos lo disfrutaron porque sigue siendo una de las marcas mundiales más poderosas.

La carrera la inició Juan Manuel Fangio, especialmente hábil al moverse entre equipos (ganó títulos con cuatro escuderías distintas), al bajarse de un Mercedes herido por la tragedia de Le Mans, para recalar en Maranello y sumar la cuarta corona de las cinco que alcanzó, un récord hasta 2003. Solo logró tres victorias de sus 24 en F1, y se marchó a Maserati porque no encajó entonces que Ferrari estaba antes que sus pilotos y chocó de frente con Enzo Ferrari.

Otro campeón de lo más sui generis fue John Surtees, el primer y único campeón de motociclismo y de F1. Ya lo intentó Enzo en 1961 pero tenía tantos pilotos en nómina (entonces no corrían solo dos y durante muchos años compartían máquina), que John dijo que no. ‘No puedes decir que no. Nunca pedimos dos veces a un piloto que corra para nosotros'», fue la respuesta.

Pero volvieron a llamarle a finales de 1962 y en 1964 fue un año histórico para el mundo de las carreras: el «hijo del viento» se corona y añade a su palmarés de tres títulos mundiales en la categoría de 350 y cuatro en la de 500, todos ellos conseguidos entre 1956 y 1960 con MV Agusta, el título de Fórmula 1 con Ferrari. Al igual que Fangio, no salió bien del equipo italiano, que tenía muchas competiciones que atender, pocos desarrollos, cargos intermedios y acabó cansado.

Alain Prost logró ser campeón del mundo en cuatro ocasiones, 1985, 1986, 1989 y 1993) y a Ferrari llegó como tricampeón para perder de vista a Senna. Allí sumó 5 de sus 51 victorias en F1 y cumplió su sueño aunque no lo coronó con el título, en la enésima pelea por Ayrton en la repetición de la cita de Japón un año antes, y además firmó una salida también apoteósica, despedido por decir que pilotaba «un camión» en 1991 y sin correr, con contrato, en 1992 aunque Ferrari le pagó el sueldo. Ya puedes ser un tetracampeón, que no puedes faltar al respeto al escudo.

Michael Schumacher fue el primero que costó un verdadero pastizal al entonces capo Agnelli: «No ha venido precisamente por un trozo de pan» fue la mítica frase del Avvocato. Pero la inversión se devolvió con creces: logró allí desde 1996 hasta 2007 72 victorias de las 91 de su carrera, cinco mundiales más a los dos que traía de Benetton, sin hablar italiano en público pero querido por el equipo hasta el tuétano por su trabajo y talento, lo que le convirtió en el piloto más importante de la historia de Ferrari. Allí se llevó a toda su ‘troupe’, los Byrne y Brown en el apartado técnico, y no se llevó a Briatore porque estaba Todt ya enderezando la nave italiana. Sigue siendo un icono del Cavallino y el último campeón que recampeonó de rojo.

Fernando Alonso llegó como Michael, con dos títulos bajo el brazo y el aura genial del alemán. Logró 11 victorias y el título de 2010, el primer año, debió caer en el regazo de no mediar aquél maldito Abu Dabi y las decisiones erróneas del muro. Aún lo peleó en 2012 con un coche muy inferior a Red Bull, pero también cayó en la última cita de Brasil. Se ganó el corazón de los tifosi, que aún le recuerdan, al nivel de Gilles Villeneuve. Se fue viendo que en la era híbrida era demasiado para Maranello y con la certeza de que «no ganan en cinco años». Y van para 10.

Sebastian Vettel es el último hasta Hamilton, y en 2015 dobló la apuesta de Fernando, cuatro títulos sobre la mesa, pero tampoco logró el quinto, con un coche poderoso por ejemplo en 2017, pero menos regularidad de Fernando y un rival poderoso como pocos, el Mercedes de Hamilton al que solo plantó cara temporalmente. Con todo, sumó 14 victorias.

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