Volkswagen Escarabajo 1300, una joya del tiempo

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En 1957, los VW Escarabajo ampliaron su gama con la variante propulsada por un motor más potente, de 1.285 cm3 y 40 CV. A este tipo pertenece la unidad que ponemos a prueba, un Volkswagen Escarabajo 1300 que actualmente ha recuperado su placa original del Sáhara, donde se matriculó en El Aaiún en abril de 1967. Una matrícula que podrá lucir sin problemas merced al futuro Reglamento de Vehículos Históricos.

Hasta el inicio de 1957, ya se habían fabricado en Wolfsburgo desde 1945 algo más de 1.342.000 unidades del Volkswagen Escarabajo. Esta cifra, ciertamente extraordinaria por entonces, se debía al precio del modelo y a su calidad de construcción. Por otro lado, la producción a gran escala favoreció el descenso de su precio. A modo de ejemplo, de los 5.625 marcos alemanes que costaba un Volkswagen en 1949, bajó en 1957 hasta 4.500 marcos, pese al habitual incremento del coste de la vida.

Por si no bastase, el primitivo motor de 1.131 cm3 y 25 CV dio paso desde 1954 a un propulsor de 1.192 cm3 y 30 CV, que en las unidades de exportación aumentó desde 1960 su potencia máxima a 34 CV. Asimismo, a partir de 1965 la gama se amplió para los mercados exteriores con la variante 1300, equipada con el citado motor de 1.3. Además, en agosto de 1966 se comercializa la versión 1500, que tiene una mecánica de 1.493 cm3 y 44 CV de potencia.

La unidad que aparece en las imágenes está fabricada en la primavera de 1967, por lo que posee bastantes pequeñas mejoras introducidas desde que, en 1957, los Volkswagen Escarabajo pasaron de tener una luneta panorámica en lugar de ovalada. Entre ellas, una mayor insonorización, el tapón imantado en el cárter de la caja de cambios para que retenga las virutas, luces de intermitencia con mayor superficie, indicador de nivel de gasolina en el depósito y mejoras en la calefacción.

UN MOTOR MUY ESTUDIADO

Un repaso a la ficha técnica basta para comprobar que ese motor bóxer de 4 cilindros y refrigerado por aire que tiene este modelo consigue una potencia escasa en relación a su cilindrada. Desde luego, son pocos 40 CV para 1.300 cm3. Sin embargo, hay que tener en cuenta que con refrigeración por aire consigue menos potencia que cuando se tiene un circuito líquido de refrigeración. Y a ello se añade que su relación de compresión es de sólo 7,3:1, cifra que favorece su longevidad.

De la misma manera, su único carburador monocuerpo y un árbol de levas central que entrega su mayor potencia a 4.000 vueltas están pensados para que el motor tenga una vida larga, más que para lograr velocidades elevadas y aceleraciones fulgurantes. Por su parte, el bastidor está concebido para rodar con mayor tranquilidad, ya que se trata de una plataforma de acero con viga central, que se atornilla a la carrocería y no obtiene ni mucho menos la solidez estructural de una carrocería monocasco.

En un paseo alrededor del coche, llama la atención en el frontal la ausencia de calandra, debido a la posición trasera del motor, así como la moldura cromada con las iniciales de la marca, situada en la zona elevada de la tapa del maletero. También es curiosa la empuñadura vertical que permite levantar la tapa del maletero, que el dueño de esta unidad prefiere mantener en estado de uso, incluidos los roces y abolladuras.

Asimismo, resulta pintoresco el faro de larga distancia ubicado en el lado derecho el Volkswagen Escarabajo de la prueba. Gracias a su presencia se gana en visibilidad nocturna, dada la limitada potencia de los faros principales, y queda protegido por el tope del paragolpes. Y en la aleta derecha, quedan a la vista algunas heridas ya lijadas y reparadas, pero sin pintar, mientras que en la zona más elevada destaca el intermitente de color anaranjado. Nos fijamos igualmente en la manilla metálica de la puerta derecha, que posee su propia cerradura provista de un pulsador. Hay también un hueco para alojar los dedos mientras se presiona el mencionado pulsador, antes de tirar para abrir la puerta.

SEGUIMOS EL RODEO A LA CARROCERÍA

Ponemos la vista en una rueda, en cuyo tapacubos cromado llevan estampadas las letras VW. En cuanto al neumático, su medida es 165/80 R 15, de tamaño similar a la 5.60-15 de la goma diagonal con que salió este ejemplar desde la fábrica de Wolfsburgo. Nos atrae igualmente un detalle en las ventanillas laterales traseras, que cuentan con un sistema de apertura a compás. Gracias a dicho mecanismo, los pasajeros de las plazas posteriores también pueden renovar el aire interior.

UN REPASO A SU VIDA

Nuestro protagonista llegó en marzo de 1967 a la entonces provincia española del Sáhara y se matriculó a nombre de un matrimonio residente en Villa Cisneros, que se llamaban Benito y Victoriana. En noviembre de 1971, esta pareja trasladó su residencia a Madrid y se llevaron su Volkswagen, que circuló con toda normalidad por las calles y carreteras de su nuevo destino con su matrícula saharaui. Eso sí, tuvieron que abonar los derechos arancelarios de importación, cantidad no exagerada por tratarse de un coche con cuatro años de antigüedad. Además, figura en la documentación su mudanza a Alcorcón en diciembre de 1973.

Mientras tanto, el coche conservaba su placa y así lo hizo hasta marzo de 1976, cuando por la Orden del 3 de febrero sus dueños tuvieron que proceder a la sustitución de la matrícula por otra nueva de Madrid, con las letras BF. Desde entonces, su siguiente cambio administrativo se produjo en 2019. Ese año lo compró Patxi, entusiasta de los clásicos residente en Vitoria, quien descubrió su pasado en el Sáhara y comenzó a tramitar su documentación como vehículo histórico. Una vez realizado el proceso, luce su placa antigua y la pegatina VH, si bien en el permiso de circulación figura la matrícula de vehículo histórico con sus cuatro números y tres letras.

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