Cuáles son los riesgos de la exposición solar

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No importa la ciudad donde viva, protegerse del sol es fundamental. Los rayos ultravioleta penetran tanto si está en la playa como si se encuentra en una ciudad fría. Es por eso que el protector solar es, ahora, un elemento indispensable de uso diario.

“Según el Global Cancer Observatory, a nivel mundial fueron diagnosticados en 2020 más de 1,5 millones de casos de cáncer de piel siendo la exposición al sol una de sus principales causas”, explica Patricia Marín Maicas, directora del Máster Universitario de Cuidados de Enfermería en Urgencias y Emergencias de la Universidad Internacional de Valencia VIU, perteneciente a Planeta Formación y Universidades.

La experta señala que la radiación UV es una forma de radiación no ionizante que es emitida por el sol y fuentes artificiales, como las cabinas bronceadoras.

Esta radiación se clasifica en tres tipos principales atendiendo a su longitud de onda: la radiación ultravioleta A (UVA), la ultravioleta B (UVB) y la ultravioleta C (UVC). La mayor parte de radiación que llega a la Tierra es UVA, la cual puede penetrar profundamente en la piel y afectar seriamente a la salud de las personas. También llega cierta cantidad de radiación UVB cuyos efectos pueden ser igualmente nocivos.

Riesgos de la exposición a la radiación solar

De acuerdo a Patricia Marín, los riesgos específicos de la exposición solar pueden variar dependiendo de la intensidad y duración de la exposición, el tipo de piel, la ubicación geográfica y el nivel de protección utilizado. Los efectos asociados con la exposición solar más comunes son:

Quemaduras solares: La exposición excesiva a los rayos UVB puede causar quemaduras que se manifiestan con síntomas como el enrojecimiento, la inflamación y el dolor en la piel. Incluso las quemaduras solares graves que afectan a capas más profundas de la piel pueden provocar ampollas y descamación. Si las quemaduras solares tienen lugar de forma continuada, los riesgos para la piel se multiplican, suponiendo un aumento del riesgo de cáncer de piel, un daño celular acumulativo o el envejecimiento prematuro de la piel.

Envejecimiento cutáneo prematuro: La radiación solar, especialmente los rayos UVA, puede penetrar en las capas más profundas de la piel y dañar el colágeno y la elastina, que son responsables de la elasticidad y firmeza de la piel. Como resultado, la exposición crónica al sol sin protección puede acelerar el envejecimiento cutáneo, manifestándose en arrugas, flacidez, manchas y textura áspera.

Hiperpigmentación y manchas solares: La exposición solar puede desencadenar un aumento en la producción de melanina, lo que puede resultar en la aparición de manchas oscuras en la piel, como pecas o melasma. Estas manchas solares pueden ser difíciles de tratar a posteriori y suelen requerir medidas dermatológicas específicas. Por lo que la recomendación es evitar que aparezcan mediante la prevención.

Lesiones en la piel y cáncer de piel: La exposición excesiva al sol es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de cáncer de piel. El carcinoma basocelular, el carcinoma de células escamosas y el melanoma son los tipos más comunes de cáncer de piel asociados con la exposición solar.

Factores que influyen en el nivel de radiación

Para evitar los efectos negativos que puede tener la exposición solar hay que prestar especial atención a aquellos factores que influyen en el nivel de radiación. Es importante tener en cuenta que estos riesgos no se limitan a los días soleados, ya que los rayos UV pueden penetrar las nubes y causar daño incluso en días nublados o de invierno.

La elevación del sol, la cercanía al ecuador o la altitud, son elementos que influyen en los niveles de radiación. De este modo, cuanto mayor sea la altura en el cielo del sol, cuanto más cerca se esté del ecuador y cuanto más alto se sitúe uno, mayor es la radiación ultravioleta.

Asimismo, también hay que tener especial cuidado con las superficies reflectantes como el agua, la arena o la nieve ya que aumentan el nivel de radiación UV.

Por otro lado, problemas medioambientales como la destrucción de la capa de ozono y el cambio climático están alterando los niveles de radiación que llegan a la Tierra. El ozono absorbe parte de la radiación ultravioleta del sol, por lo que donde hay menos ozono, esta radiación llega en más cantidad a la superficie. El cambio climático está afectando a los niveles de radiación ultravioleta debido, por ejemplo, a las variaciones que se producen en la nubosidad.

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