Por Rafael Mendez
Ahora que pasamos por el día internacional del orgasmo y el día del orgasmo femenino, aprovechemos para hablar de varios puntos que hoy en día aún hacen del placer sexual un gran tabú.
En la escuela nos hablan de reproducción, de cómo evitarla (en el mejor de los casos), los padres de familia tienen que hablar del tema en casa con los hijos (idealmente) pero… ¿quién nos enseña cómo sentir placer? ¿quién nos enseña qué es un orgasmo y cómo alcanzarlo? ¿todo se aprende sobre la marcha?
El orgasmo es una reacción fisiológica, pero también psicológica
¿Cuál es la respuesta del cuerpo humano durante una relación sexual? Por allá de 1966 William Masters y Virginia Johnson, considerados pioneros de la sexología, publicaron un libro con los resultados de un estudio. Abordaron los procesos de respuesta a la estimulación pero desde una perspectiva fisiológica-médica.
La propuesta es un modelo lineal, con 4 pases específicas que van desde la exitación hasta la resolución, después de llegar al orgasmo.
Afirman que se necesita un estímulo sexual efectivo para que se pueda desencadenar la respuesta fisiológica.
Durante la estimulación sexual se genera una activación de los órganos sensoriales como vista, olfato y taco. Esto es lo que desencadena la primera fase sexual, que es la exitación genital.
En el camino al orgasmo, digamos que hay cambios físicos como aumento del ritmo cardiaco y respiratorio, cierto nivel de vasoconstricción que genera enrojecimiento de la cara, espalda y el pecho, tensión en los genitales.
Esto eventualmente lleva a un punto máximo, que es el orgasmo. La tensión corporal aumenta, contracciones genitales, eyaculación, placer, etc. Por acá hablamos de que el orgasmo también es necesario para un vínculo emocional, que biológicamente hablando aseguraría la reproducción.
Ya la fase de resolución que se propone es la distensión muscular, baja el ritmo cardiaco, el respiratorio, entra un estado de relajación, sueño, etc.
Así lo explica la maestra Ena Niño Calixto, académica del Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Ahora, este solo es un enfoque fisiológico. Posteriormente también se integró el concepto del deseo, con el que se plantea que el estímulo sexual puede resultar también afectivo. Entonces la respuesta sexual no es solo fisiológica, sino también psicológica.
Ojo acá: esto explica cómo funciona un orgasmo, pero tampoco es un manual de lo que tiene que pasar en una relación sexual porque el orgasmo no es un fin que hay que perseguir obligatoriamente.
El orgasmo no solo se alcanza con la penetración
En gran parte la pornografía nos muestra un escenario en el que el orgasmo solo puede ser alcanzado mediante la penetración.
El tamaño del pene debe ser inconmensurable, la penetración debe ser fuerte, ruda y solo así se alcanza el punto máximo en el que, por cierto, la mujer debe tener un squirt como prueba de que lo disfrutó. En este mismo escenario, en la diversidad sexual sí o sí se necesita un falo para disfrutar.
La realidad es que no. Para empezar, el punto G no es un punto exacto que se pueda tocar y desencadene un orgasmo. Ni en hombres ni en mujeres.
En el caso de las mujeres, el famoso punto G es una zona al interior de la vagina que conjunta al clítoris interno, a la uretra y a las paredes vaginales.
“Seguramente has visto en el mercado dildos o estimuladores larguísimos para estimular la vagina. Nadie necesita eso, la zona en donde está el famoso punto G está a la entrada de la vagina a una profundidad máxima de la mitad del dedo indice. No más. Aunque depende de cada mujer, en realidad la zona que necesita ser estimulada para lograr un orgasmo no está tan profunda ni se necesita un dildo de 20 centímetros“, nos explica la doctora Lorena Olvera, quien es terapeuta sexual y de pareja con visión feminista interseccional.
En el caso de los hombres hay una zona placentera en la próstata, a unos cuantos centímetros dentro del ano en la pared superior.
Pero el orgasmo es una experiencia subjetiva, depende muchísimo de cada persona. Hay personas que no necesitan penetrar o ser penetradas para experimentar uno, las zonas erógenas de una persona pueden ser distintas para otra, ver el placer de otra persona puede ser suficiente para alcanzar un orgasmo, hay mil posibilidades.
No hay tipos de orgasmo, no hay un manual para alcanzarlo, el orgasmo no es el mismo ni en intensidad ni en la manera de llegar en todas las personas.
Que el orgasmo sea un camino guiado
“Es que los hombres no saben ni encontrar el clítoris”, “es que el clítoris es un mito“, “es que los hombres solo sienten placer penetrando“, “es que el fin de una relación sexual es venirse“. Existen muchos pero muchos tabús sobre el orgasmo y cómo llegar.
Pero ¿quién nos enseña cómo sentir placer? Nadie. Y si todo va sobre la marcha, por qué tendríamos que dejar que el placer se vuelva un mapa imposible de descifrar o un asunto al tanteo: con suerte y le atinas.
Por eso se habla de que el primer paso es la autoexploración, aprender qué nos gusta y qué no para poder guiar la estimulación, tomar en cuenta lo que le gusta y lo que no a la otra persona y voilà, placer.
Va de nuez: no hay un manual general para alcanzar o provocar un orgasmo, cada persona es distinta.
¿Tu pareja no le ha dado al clavo al clítoris? Guíalo. Si tu novio no te m#ma el c#ul#, como dice el poeta Bad Bunny, pídeselo. ¿No te gusta algo? Dilo. ¿Te gusta algo? Dilo. ¿Tu pareja te pide algo que le guste pero a ti no? Háblenlo, encuentren puntos medios, alternativas hay.
El orgasmo no es el fin de la relación sexual
Depende de cada persona, pero no podemos generalizar. Si bien una mujer o un hombre pueden alcanzar un orgasmo gracias a la estimulación, puede ser o no el fin del acto sexual.
Tanto los hombres como las mujeres pueden experimentar orgasmos múltiples, pero el ritmo debe ser marcado por los involucrados. La eyaculación masculina o femenina no deben ser el indicador del fin del acto sexual si aún hay deseo y ganas de continuar.
Una pausa, agüita, un respiro y, si así lo quieren, puede continuar.
El orgasmo no es un punto máximo que hay que perseguir
Si bien culturalmente en algunas zonas del planeta se habla del orgasmo como un punto máximo que hay que alcanzar, sí o sí, en algunas otras culturas se prioriza la prolongación de la experiencia de placer y el éxtasis.
Por ejemplo, generalmente pensamos en el Kamasutra (texto hinduista) como un compendio de posiciones sexuales. Pero también pongamos sobre la mesa la idea de que lo importante es entrar en éxtasis y sostenerlo lo más pronto posible, postergando el orgasmo para no disipar la energía y no terminar el encuentro.
Eso no quiere decir que no haya placer, al contrario, que se busca postergarlo lo más posible para disfrutar lo más posible.
Ena Eréndira Niño Calixto, maestra y sexóloga de la UNAM, recomienda activar las 4 “C” en la interacción genital:
- Comunicación: diálogo entre la pareja para conocer, y en su caso elegir, las posturas sexuales o estimulación que les provean placer corporal y genital.
- Consenso: acuerdo para la elección de posturas sexuales. “Qué me gusta” y “cómo me gusta”.
- Compromiso de respeto mutuo: evitar que el coito se convierta en una expresión de dominio, de ejercicio de poder, que someta a alguna de las partes. Implica detenerse ante un NO quiero, NO me gusta.
- Cuidado de sí y del otro: procurar el bienestar personal y el buen trato hacia el otro.
Si tomamos en cuenta las medidas para protegernos ante una enfermedad de transmisión sexual o un embarazo no deseado, si respetamos los límites del otro, y si lo tomamos en cuenta… que viva el placer.