Max Verstappen ha conseguido una nueva victoria, su 47ª en la Fórmula 1 y décima consecutiva. Vista la racha y el rendimiento del Red Bull, puede parecer que estaba ‘cantada’, pero también ha tenido que doblegar una ‘maldición’ que ‘sobrevolaba’ Monza en los últimos años.
A simple vista, ha sido una victoria muy trabajada para Max. El vigente campeón ha tenido que ‘sudar’ para pasar a un Carlos Sainz que, además de tener mucha velocidad punta en su Ferrari, ha defendido la primera posición con uñas y dientes delante de los ‘tifosi’. Pero lo ha conseguido.
Pero hay que decir que también tenía los antecedentes en su contra. Si echamos un vistazo a los últimos Grandes Premios que se han celebrado en Monza, desde 2019 había una extraña tendencia que ‘amenazaba’ al piloto neerlandés:
- Victoria para Charles Leclerc en 2019 y abandono en 2020.
- Victoria para Pierre Gasly en 2020 y abandono en 2021.
- Victoria para Daniel Ricciardo en 2021 y abandono en 2022.
Vista la ‘maldición’, todos los ojos estaban puestos en el ganador del año pasado, que fue Max Verstappen. Si la tendencia continuaba, el neerlandés estaba ‘condenado’ al abandono.
Pero Verstappen también llegaba a Monza con una gran racha positiva –nueve victorias consecutivas–, así que alguna de ellas tenía que prevalecer.
Por suerte para Max, en esta ocasión se ha impuesto la racha positiva. No sólo no ha abandonado y ha acabado con esa ‘maldición’, sino que además ha logrado superar el récord de Sebastian Vettel con su décima victoria consecutiva.
La diferencia respecto a Sergio Pérez en el Mundial se ha elevado en Monza hasta los 145 puntos. Es decir, podría tomarse unas ‘vacaciones’ de cinco Grandes Premios y, aunque Pérez ganase todas las carreras, volvería con 20 puntos de ventaja.
Su dominio a lo largo de esta temporada empieza a ser insultante. Son doce victorias de catorce posibles y, con sólo ocho pruebas por delante, la pregunta no es si será campeón o no, sino dónde lo logrará.
¿Dejará alguna victoria para los demás de aquí al final de la temporada? Es imposible saberlo, pero ya hasta supera las ‘maldiciones’ de la Fórmula 1.
