Corría el final de la primera década del presente siglo cuando Volkswagen se encontraba en plena época dorada. El Golf era el compacto más deseado, lo que llevó hasta a BMW y Mercedes a replicar su fórmula, además de tener al Tiguan cosechando sus primeros éxitos comerciales y mejorando lo que había propuesto Nissan con el disruptivo Qashqai. La firma alemana se podía permitir incluso perder dinero al producir el Volkswagen Phaeton y el Touareg jugaba el papel de todoterreno aspiracional dentro de su gama. Eran los mejores años de Volkswagen (luego, sí, supimos todo acerca del dieselgate).
Sin embargo, había un frente en el que la marca no se había adentrado y en el que Toyota estaba empezando a liderar con mano de hierro: los coches híbridos. Al fabricante japonés este tipo de mecánicas estaba dando muy buen resultado comercial incluso en Estados Unidos, donde la segunda y tercera generación del Prius se convirtió en en símbolo de eficiencia con el que hasta los más afamados personajes del país se querían ver idenficados (actores, deportistas, etc).
Tal fue el éxito de estas mecánicas híbridas en Toyota que decidieron extrapolarlas a su firma de lujo, Lexus. Para ello la marca articuló en torno a un motor de gasolina de 6 cilindros en forma de ‘V’ un sistema idóneo para coches de mañor tamaño, como el Lexus RX.
Desde Europa, Volkswagen no estaba siendo ajena a los movientos de Toyota, y con el fin de ganar experiencia y tantear el mercado con este tipo de mecánicas, diseñó un sistema híbrido en torno a, también, un motor de 3 litros de capacidad en formato V6 con el objetivo de meterlo en su SUV de mayor tamaño. El resultado fue el Volkswagen Touareg Hybrid.
Han pasado 14 años desde la llegada al mercado de aquel modelo, y con toda seguridad se puede confirmar que la firma alemana no obtuvo un gran respuesta comercial a su lanzamiento. Tampoco obtuvo Toyota en Europa un éxito rotundo con el Lexus RX híbrido, pero fue mejor por un precio más atractivo (era 17.000 euros más barato), la perseverencia de la firma japonesa y haber articulado toda una gama de productos con este tipo de motores ha acabado dando sus frutos, pues ahora se trata de la marca que más crece en el Viejo Continente gracias al ‘boom’ de las mecánicas híbridas.
El Touareg Hybrid, sin embargo, fue un modelo tecnológicamente muy avanzado para su época. El propulsor de gasolina era el conocido 3.0 TSI que tomaba lugar en el Touareg convencional así como en los Panamera y Cayenne de Porsche. El fabricante alemán conjugó este motor con un sistema eléctrico de 288 V de tensión nominal formado por un propulsor eléctrico de 49 CV y una batería de 1,7 kWh de capacidad.
Con lo anterior era capaz de homologar un consumo medio de 7,9 litros (en base al desfasado ciclo NEDC) y lograr un 0 a 100 en 6,5 segundos y alcanzar los 245 kilómetros por hora gracias a lso 379 CV de potencia máxima que erogaba todo el sistema.
A tenor de la reacción del potencial público del Touareg ante este tipo de propulsores, Volkswagen decidió no seguir trabajando con este tipo de mecánicas, al igual que hizo, por ejemplo, la por entonces PSA con el Peugeot 508 RXH, cuyo motor también seguía la filosofía que había implantado Toyota con estos sistemas electrificados.
A día de hoy el mercado está recompensando la paciencia y temprana inversión que hizo Toyota en esta tecnología. Los coches híbridos representan en España casi el mismo volumen que los gasolina, con el diésel en total decadencia. Los híbridos enchufables en torno a los que sí se pusieron a trabajar en Volkswagen y PSA, crecen, aunque no de manera tan evidente como los convencionales.
Dado lo reducido de su alcance comercial, lo cierto es que a día de hoy encontrar un Volkswagen Touareg Hybrid de segunda generación es realmente difícil. La única unidad que parece, más o menos, recomendabe en estos momentos tiene 150.000 kilómetros y un precio de 21.900 euros, pero de hecho aparece como reservada en una de los portales más populares de artículos de segunda mano.
El resto de unidades, que son en total tres, son todas importadas y superan los 200.000 kilómetros. A decir verdad, comprar un coche producido en una tirada tan limitada y con una tecnología que por entonces era toda una prueba para su fabricante, no es la mejor opción si lo que se busca es tranquilidad, por lo que puede resultar mucho más seguro optar por el RX 450h que rivalizaba con el Touareg si lo que se busca es un coche para usar a diario de manera fiable.