La transición hacia el carro eléctrico es imparable, con Europa, Reino Unido y Japón liderando la iniciativa de prohibir la venta de vehículos de combustión interna para 2035. Sin embargo, un informe reciente de McKinsey&Co reveló que el 29% de los propietarios de autos eléctricos consideran volver a motores tradicionales. La razón principal: los problemas para recargar.
Este dato contrasta con el crecimiento del mercado eléctrico, que ya supera cuotas de mercado del 5% al 90%, dependiendo del país. No obstante, desafíos como la insuficiencia de puntos de carga y los altos costos generan frustración entre los usuarios.
El estudio de McKinsey&Co, realizado en mercados clave como Australia, Estados Unidos, Brasil, China, Alemania, Noruega, Francia, Italia y Japón, muestra una realidad diversa. En países con infraestructura limitada, como Australia y Estados Unidos, el porcentaje de usuarios dispuestos a abandonar el auto eléctrico asciende al 49% y 46%, respectivamente.
Usuarios descontentos
En contraste, países como Japón (13%), Italia (15%) y Francia (18%) presentan tasas significativamente menores de usuarios descontentos, reflejando la correlación entre infraestructura desarrollada y satisfacción del propietario.
Entre las principales quejas de los encuestados destacan:
- Falta de puntos de carga pública: Un 35% considera que la infraestructura no satisface sus necesidades.
- Planificación de rutas estresante: El 32% señala que adaptar sus trayectos a las estaciones de carga afecta negativamente su experiencia.
- Carga en casa inaccesible: El 24% no dispone de lugar para cargar su coche en casa.
- Costos elevados: Un 34% menciona el precio de compra y las tarifas de carga como barreras importantes.
El principal problema surge fuera de las ciudades. Aunque en 2023 Australia incrementó sus puntos de carga en un 75%, alcanzando 812 estaciones públicas, esta cifra es insuficiente para cubrir un territorio tan vasto. Esto refleja una tendencia global: los puntos de carga rápida, esenciales para trayectos largos, no están creciendo al ritmo necesario.
La red de carga: otro problema
En Europa, la red de alta potencia de IONITY es una referencia, pero en países como España, las complicaciones burocráticas pueden retrasar la instalación de cargadores hasta tres años. Esta demora afecta directamente la viabilidad del carro eléctrico para viajes prolongados, un desafío también evidente en Estados Unidos.
Más allá de los problemas logísticos, el precio sigue siendo una barrera de entrada significativa. Aunque la tecnología ha avanzado, el costo inicial de uno de estos vehículos sigue superando al de un modelo de combustión. A esto se suma el costo de los cargadores rápidos, que encarece el mantenimiento en comparación con el tradicional repostaje de gasolina.
Aunque el carro eléctrico es el futuro, esta transición no está exenta de desafíos. La infraestructura de carga y los costos son problemas que requieren atención urgente para evitar que esta tecnología se convierta en un lujo en lugar de una solución masiva.
Los gobiernos y empresas deben priorizar el desarrollo de puntos de carga rápida y garantizar que los precios sean competitivos. Sin estas mejoras, el sueño de un mundo con movilidad eléctrica podría convertirse en una pesadilla para los usuarios.