FISKER NO LOGRA RECUPERARSE Y SE DECLARA EN BANCARROTA

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De las tantas startup de vehículos (particularmente eléctricos) que aparecieron en los últimos 5 años, Fisker era una de las más promisorias. Considerada por muchos como una seguidora del camino pavimentado por Tesla (ya que también nace en EEUU), con vehículos interesantes, pero que finalmente no fue capaz de mantenerse en el mercado, y tras intentos fallidos de mantenerse de pie, terminó por declararse en quiebra.

Los problemas comenzaron a presentarse el año pasado, pero el escenario se puso grave cuando análisis de mercados en febrero de este año advertían que la compañía podía quedarse sin dinero dentro de 12 meses, lo que fue algo optimista ya que menos de dos meses después detuvieron la producción del SUV Ocean, que fabricaban en la planta de Magna Steyr en Austria.

Después de eso llegó lo inevitable: una lluvia de rumores de quiebra, las opiniones divididas del Ocean por algunos problemas presentados en las primeras unidades fabricadas, y que a pesar de terminar recortando su precio en casi un 30% no lograron vender unidades suficientes para hacer dinero. Hubo intentos para que la marca fuera adquirida por alguno de los fabricantes tradicionales, pero tampoco llegaron a buen término las conversaciones.

Curiosamente, esta es la segunda vez que Henry Fisker, dueño de la compañía, termina mal su emprendimiento. La primera vez fue con el Karma, el sedán de gran tamaño y contemporáneo del Tesla Model S, y ahora el escenario es similar, cayendo en bancarrota por un mal nivel de ventas, por un producto catalogado como «mediocre» en el mejor de los casos, a pesar de que en papel y las promesas iniciales eran muy positivas.

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