En los últimos años se han estado dando circunstancias necesarias para generar el caos en la industria europea. El Viejo Continente ha sufrido pandemias, conflictos y diversos problemas que han socavado su rendimiento industrial y de manufactura. Alemania es el motor de Europa, el principal fabricante de coches del continente y uno de los más importantes a escala mundial. El Grupo Volkswagen es el mayor conglomerado automovilístico del país y Volkswagen es la empresa principal. Su sede está en Wolfsburgo. Siempre ha defendido el Made in Germany, pero ahora, por primera vez, abre la puerta a cerrar fábricas.
Nunca antes el grupo alemán se había planteado semejante decisión. Huelga decir que no es una decisión en firme, pero en Alemania están desesperados por alcanzar el equilibrio presupuestario. La semana pasada un periódico alemán informó que Volkswagen está teniendo muchos problemas para ajustarse a su propio plan de ahorro, no por unos pocos millones, sino por tres mil millones. Según Der Spiegel, actualmente hay un déficit de entre cuatro y cinco mil millones de euros en el plan financiero de Volkswagen y VW vehículos comerciales”.
Los altos costes de producción en Alemania lastran los resultados
Los problemas no son actuales. Wolfsburgo lleva años intentando revertir la situación. En 2022 cerraron con una rentabilidad neta del 3,6%, muy por debajo del 6,5% estipulado. A lo largo de estos años el valor ha ido creciendo, pero no lo suficiente como para situar a la compañía en una zona de seguridad. A Volkswagen le faltan muchos ceros en su cuenta de resultados. Los eléctricos tampoco ayudan. El ya mencionado medio recoge que los márgenes de beneficios de la gama ID son relativamente bajos y suponen un problema para las arcas de la compañía. Como Volkswagen no puede pedir más dinero por sus coches, nadie se los compraría, la única forma de recuperar los beneficios es ahorrar.
A finales del año pasado, con meses de retraso, el propio CEO de Volkswagen, Thomas Schäfer, presentó un detallado plan de ajuste y ahorro. Más 10.000 millones de ajuste que suponían el despido de más de 100.000 trabajadores en todo el mundo, un 20% de la misma, cancelación de proyectos especiales y una serie de programas que no están teniendo el resultado esperado. ¿Por qué? Por los altos costes de producción, tanto en materiales como en energía. Ante esta situación, Volkswagen se abre por primera vez en su historia a cerrar plantas en Alemania y derivar la producción a otros países más favorables.
Los despachos de Wolfsburgo son un hervidero de actividad y preocupación. Los recortes deben seguir, pero sí se sabe que hay ciertos escenarios que ni se contemplan, como el cierre de las fábricas de Wolfsburgo, Hannover y Emden. Esta última hemos podido saber que aumentará su actividad tras un par de años de muchos problemas. Las plantas de componentes de Brunswick, Salzgitter y Osnabrück también se consideran intocables, por lo que restan las fábricas de Zwickau, Dresde y Kessel. Entre las tres albergan más de 26.000 trabajadores. Las respuestas de los sindicatos y del comité de empresa no se han hecho esperar, anunciando una feroz resistencia por parte de los trabajadores.