Mujer camionera: Sandra Cereceda, juventud, divino tesoro

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Sandra, nuestra camionera protagonista de este artículo, probó suerte en otras lides antes de descubrir una vocación por el transporte a la que ya se siente arraigada para siempre.

Seguramente obtendríamos muchas pistas si nos retrotrajéramos a los tiempos de una infancia muy ligada familiarmente a la agricultura. Una niña pequeña montada en un tractor, una cosechadora o un remolque, junto a su padre; recibe estímulos que a menudo suelen germinar en otra etapas de la vida.

Precisamente con su padre, Lamberto, aquel agricultor hoy jubilado, comparte casa familiar y es quien más le echa una mano, sobre todo en las primeras horas del día, en cuanto a conciliar la vida camionera con la crianza de su hijo Manuel.

“Me levanto a las 5 de la mañana – se explica Sandra -, y hay jornadas en las que puedo hacer 11 horas, pero también otras en las que antes de comer estoy en casa. Mi ruta habitual es Burgos-Vitoria con asientos para el Mercedes Vito, con sus armaduras y piezas varias; pero ahora llevo unas semanas haciendo rutas cortas por la provincia de Burgos para Lear Corporation, y hay días en que no hago ni 8 horas.

camionera trabajando

Empecé en este oficio con Pantany Logistics hace menos de año y medio, y ojalá me dure para siempre, porque no se puede estar más satisfecha que lo que yo lo estoy con ellos. Cuando me entrevistaron – sonríe la burgalesa – ni me preguntaron si tenía hijos antes de firmar el contrato, y eso son detalles con los que una mujer se queda.

Ellos me ponen los portes antes de cada jornada de trabajo y c’est fini. A partir de ahí, con la hoja de ruta delante, mi Iveco y yo cogemos las riendas y marcamos el camino con total libertad de movimientos”.

camionera trabajando

Buenos padrinos
A parte de su padre, su primo Sergio y el también transportista Manuel le enseñaron todas las entretelas del oficio de transportista profesional. Con este último vivió una experiencia que a la postre fue decisiva: un viaje de tres semanas por Europa como acompañante en el camión.

“Estas van a ser mis vacaciones, porque estoy sin blanca” – decía Sandra -. “Pues te vas a hinchar a ver polígonos” – le contestaba Manuel”. “Da igual – reía la castellana -, le iré haciendo fotos a los carteles de los países por los que vayamos pasando”.

La sola experiencia de pasar con el camión por el túnel del Canal de la Mancha (Eurotúnel) fue iniciática para Sandra, que desde aquel momento supo que quería ser profesional del transporte por carretera.

Acometió los primeros pasos para obtener el carnet de camión, pero el recorrido hasta su consecución acabó resultando larguísimo y caro, pues se quedó embarazada, sobrevino la pandemia y suspendió en las primeras citas.

“Se me ocurrió entonces ir a Zafra (Badajoz) para hacer algunas prácticas y pasar el examen allí mismo. Me trasladé allí unos días y la idea no pudo resultar mejor – celebra Sandra con la mirada -. A la hora de examinarme, en Zafra no había lugares comprometidos para conducir, porque había de salirse del centro urbano. En Burgos veía hasta la catedral desde el camión”.

Su primera experiencia al volante con un furgón de pescado no fue, lo que se dice, saludable. “Creo que levanté más de 10 t en una jornada y me prometí descartar trabajos en los que yo tuviera que coger pesos. En eso apareció Pantany – se congratula – y, como quien dice, me salvó la vida”.

Con un Iveco S-Way 460 NP
Pantany Logistic tiene una flota de 260 vehículos (tautliner y semitautliner, megatráiler y duotráiler, frigo, furgón cerrado, etc.) y su ámbito de actuación comprende España y prácticamente toda Europa.

“En las dos primeras jornadas fui a doble y mi acompañante, Luis, me dijo ‘El primer día sólo quiero que mires’. Pero cuando cogí el camión al día siguiente quedó sorprendido y me decía ‘Si eres nueva, ¿cómo es que sabes tanto?’.

Evidentemente, y eso ya lo sabía yo, me habían apadrinado muy buenos maestros con anterioridad. De momento duermo en casa a diario, salvo contadas excepciones, pero claro que quisiera hacer ruta larga en un futuro – se confiesa nuestra protagonista –, aunque de momento priorizo disfrutar de la maternidad”.

camiones

Con su Iveco a gas natural Sandra ya se ha convertido en una experta en amarrar cinchas, estibar, abrir el techo y demás operaciones en las que en un principio no tenía inconveniente alguno en solicitar ayuda.

“En algún sitio me encontré con que al llegar me decían ‘Dile al chófer que mueva el camión’ – ríe Sandra -, pero cuando les contestaba que el chófer era la mujer que tenían delante, se quedaban ellos más cortados que yo. El camión a gas tiene otra inercia, pero para la carga que llevo, de unas 10 t, es ideal”.

Los 28 años de esta joven burgalesa auguran muchos millares de kilómetros de carretera por delante, aunque en un futuro tal vez ahora lejano, pero sí muy factible, una de los propósitos que avista con mayor ilusión es el de estudiar lo necesario para convertirse en Jefa de Tráfico de Pantany.

A disfrutar del día a día y suerte con ello, campeona.

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