Una iniciativa organizada por el Club del Automóvil ACV de Alemania y el museo del transporte PS Speicher ha llevado a cuatro clásicos de todas las épocas a recorrer 400 kilómetros entre las localidades germanas de Einbeck y Zwickau alimentados únicamente con combustible sintético, para demostrar así la viabilidad de los mismos para con nuestros clásicos y enfatizar el interés y la necesidad de preservar su legado.
Ya se ha debatido largo y tendido sobre el futuro de la movilidad y más concretamente de los automóviles con motor de combustión, y es algo que está lejos de terminar. Pero, ¿qué pasará con nuestros clásicos? Ya son unas cuantas las empresas que se prestan a la conversión de modelos antiguos y míticos a la electrificación, pero para no pocos aficionados, puede ser nada menos que un sacrilegio.
Entran entonces en escena los combustibles sintéticos, una quimera hasta hace no mucho tiempo y algo así como ‘la fuente de la juventud’ para estos modelos icónicos que despertaron en su día las pasiones de los que aún hoy los poseen y mantienen. La generalización de los mismos, no obstante, está lejos de llevarse a cabo y últimamente hemos desvelado las dificultades a priori de este objetivo para el año 2035, cuando los coches de combustión vendidos únicamente puedan propulsarse mediante estos e-fuels.
Pero éstos son ya una realidad, y por ende, una alternativa a futuro para los clásicos sin que estos deban acometer profundas modificaciones internas. En esta tesitura, el Club del Automóvil ACV de Alemania y el museo del transporte PS Speicher reunieron a cuatro clásicos de distintas épocas para realizar una ruta de dos días y 450 kilómetros entre las localidades de Einbeck y Zwickau haciendo uso exclusivamente de combustible sintético.
Las unidades fueron un BMW M635 CSi de 1984, una Volkswagen T2 de 1977, un Bentley 4,5 Litre de 1931 y un Delahaye Type 1 de 1899, el cual estaba en condiciones completamente originales y que se convirtió en el modelo más antiguo certificado en ser conducido en carretera pública propulsado por este tipo de combustibles.
En total fueron 500 litros los suministrados a los coches: 300 de los mismos fueron cedidos por los laboratorios de ‘P1 Fuels’, quienes los producen a partir del CO2 emitido por procesos industriales y biorresiduos vegetales. Los 200 restantes corrieron por parte del Grupo Volkswagen y su proyecto C3 Mobility, producido a base de metanol.
El objetivo no era otro que comprobar y hacer notar la viabilidad a futuro de este tipo de movilidad, al menos para los coches más clásicos, los cuales reciben cada vez más admiración por parte de aficionados y de los que no lo son tanto.
Tras el recorrido se celebró una mesa redonda en el museo August Horch de Zwickau en el que se expusieron las vicisitudes de este tipo de movilidad alternativa para los coches clásicos de cualquier época, dejando patente el interés ingente de los propietarios en este asunto, la necesidad de preservar su legado y la ilusión que todavía despiertan estos modelos en el público.
Holger Küster, director de ACV, declaró: »Este evento ha demostrado que incluso coches con más de 100 años son capaces de funcionar con e-fuels, por lo que sería un error descartar categóricamente su uso».
Lothar Meyer-Mertel, director general del museo PS Speicher, dijo: »Hemos podido experimentar la pasión que estos coches generan en la gente. Es algo que debe de ser preservado y solo es posible si encontramos la forma de conducirlos sin repercusiones al medio ambiente».
Las emisiones nocivas con el uso de estos e-fuels se reducen en un 70% según sus fabricantes. Todavía no llegan a ser del 100% como exige actualmente el borrador de la normativa a implantar en el año 2035 por los organismos europeos. No obstante, ya hay voces que solicitan que esta cifra se reduzca por lo menos al 70% mencionado previamente.